Autoridades nacionales, provinciales y municipales; profesionales y actores sociales implicados en la situación de la red rutera secundaria y terciaria, debatieron durante dos días sobre el tema en un seminario convocado por la Asociación Argentina de Carreteras (ACC), que mostró las deficiencias de los más de 400.000 kilómetros de ese tipo de vías, de los 600.000 que componen el sistema vial del país.
En el primer día del Seminario de Caminos Rurales, que se realizó en el Palacio de las Aguas Corrientes de la Ciudad de Buenos Aires, se expuso la problemática del sistema desde la óptica de las autoridades nacionales y de sus usuarios.
En la apertura, Nicolás Berretta, presidente de la Comisión de Caminos Rurales de la AAC, destacó “la necesidad de construir mejores caminos para poder sacar la producción y por el gravísimo problema social que genera la falta de conservación de estos caminos”, y recordó que “ha habido grandes sequías, grandes inundaciones y estos caminos no han sido atendidos como deben, ya que son un eslabón muy importante en la cadena de producción”.
En coincidencia, el senador nacional por Entre Ríos Alfredo de Angeli enfatizó que “más allá de la producción, que es muy importante, tenemos que ver la parte social, como cuando hay chicos que se pasan semanas enteras sin ir a clases”, y sostuvo que “ha avanzado muchísimo la tecnología y la producción, pero en estos temas estamos atrasados 40 o 50 años”.
Marcelo Ramírez, presidente de la AAC, insistió en que “no se trata solo de bajar costos de transporte o conectividad, sino que tiene aspectos de desarrollo social y territorial. El desarrollo tecnológico que ha tenido el campo tranqueras adentro, con crecimientos en los niveles de producción, no se vio acompañado del desarrollo de la red de caminos rurales”.
Los funcionarios nacionales y provinciales si bien reconocieron la importancia de esas vías, aceptaron la falta de acciones sobre ellos.
Con posiciones más particulares, los intendentes de Rufino, Santa Fe, Natalio Lattanzi; de Benito Juárez, Buenos Aires, Julio Marini; de Carlos Tejedor, Raúl Sala, y de General Villegas, Eduardo Campana, describieron los trabajos realizados en sus distritos y las carencias enfrentadas. Esa visión fue retomada por los encargados provinciales de la gestión de los caminos.
Por parte de los usuarios de esas vías, Tomás Palazón, de la Sociedad Rural Argentina, enfatizó: “Queremos una transitabilidad permanente”, y remarcó que, “a pesar del crecimiento económico y poblacional en el país, la extensión de los caminos son los mismos. El aumento de caminos no acompañó el aumento de superficie sembrada”, dijo, y lamentó que “la generación de recursos difiere entre provincias, lo que impide generar una política única para mejorar caminos”.
“En territorio bonaerense hay una importante extensión de caminos en estado de abandono, con un porcentaje altísimo en estado regular y malo”, aseguró Roberto Cittadini, de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa y denunció que por esta situación se “ha puesto en jaque el sistema productivo de la provincia”, donde “padecemos una alta carga impositiva, con aumentos muy grandes durante este año”.
Por los transportistas, Néstor Fittipaldi, de la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas, dijo que “hay que apelar a la solidaridad, tener empuje, trabajar e involucrarse” para resolver la situación, mientras que Miguel Rivas, de la Confederación Argentina del Transporte Automotor de Cargas, afirmó que en la red “las banquinas son angostas, inclinadas hacia las cunetas, en las zonas pavimentadas la señalización está deteriorada y en los de tierra, es precaria. En tiempos de lluvia, los caminos son intrasitables y se convierten en canales”.
Los especialistas de la Comisión de Caminos Rurales de la Asociación Argentina de Carreteras presentaron los temas que se incorporaron al Manual de Caminos Rurales. Al respecto, llamaron a garantizar la transitabilidad permanente, para lo que se deberían alcantarillar y elevar para lograr una vida útil adecuada y reducir el costo de mantenimiento.
Fuente: LA NACIÓN