La ola de remarcaciones llevó a la proliferación de pedidos de ajuste mensual con cláusula gatillo, algo que el Gobierno busca desalentar a pedido del FMI
E l Gobierno busca por estas horas frenar un eventual desbande en las paritarias, provocado por las propias dificultades que enfrenta para controlar la inflación.
Sucede que cada vez son más los gremios que pujan por ajustes salariales en función del Indec, una suerte de cláusula gatillo para evitar que los ingresos queden rezagados frente a los retoques de precios y los incesantes movimientos del dólar.
Por estas horas, el líder del Sindicato de Empleados de Comercio, Armando Cavalieri, insiste en aplicar un esquema de aumentos mensuales actualizados por el costo de vida. El principal argumento del “Gitano” son las fuertes remarcaciones registradas en los supermercados previas al lanzamiento de Precios Esenciales, el “pacto de caballeros” para congelar los precios por seis meses que arrancó este lunes con faltantes y un tope de compra.
“Los supermercados lloran a lo bonzo pero son nuestros empleados los que remarcan antes de los topes a los precios”, explicaron a iProfesional cerca del mercantil, que celebró el 1° de mayo con sus afiliados en el predio de Parque Norte. El sindicalista exige además una suma compensatoria del 5% por la pérdida del 2018, pero cree que las cadenas de retail con Coto a la cabeza son el principal obstáculo para abrir la paritaria.
Del otro lado del mostrador, los empresarios ofrecen un porcentaje fijo por mes desenganchado de la inflación y de carácter no remunerativo. Lo había autorizado el Ministerio de Producción y Trabajo, Dante Sica, pero ahora hay dudas por el decreto del año pasado del presidente Mauricio Macri, que prohíbe las sumas sin pagar cargas sociales.
Como resultado, la última reunión fue hace 15 días. “No hay ventas”, repiten en la Cámara de Comercio (CAC), sin perder la diplomacia: “Armando es un dirigente espectacular”.
Cavalieri y el efecto dominó
El modelo de Cavalieri se inspira en parte en las subas trimestrales atadas el IPC del Indec que acordó la gobernadora María Eugenia Vidal con los docentes de la Provincia y, por otra parte, en el reciente entendimiento alcanzado en la construcción.
Allí se estableció un 10% en compensación por el 2018 y un 5% desde mayo a cuenta de la inflación de entre abril y junio. En agosto habrá un nuevo aumento a cuenta, que se ajustará al final del tercer trimestre de acuerdo a la inflación oficial, y así se repetirá en el siguiente trimestre.
Si bien el Ministerio de Producción y Trabajo todavía no homologó el acuerdo entre el gremio y la cámara de la construcción, la principal preocupación del Gobierno ahora son las otras paritarias en camino que acortan aún más los plazos de la negociación salarial.
Los petroleros, por caso, se sentarán de nuevo este viernes con las operadoras con la propuesta de saldar la diferencia del 14,8% registrada entre el aumento del 40% obtenido el año pasado y la inflación, del 54,8%.
“Una vez que tengamos resuelto lo del 2018, después hablaremos del futuro, pero siempre en línea con lo que tiene que ver con el Indec”, anticipó a iProfesional, el titular de los petroleros jerárquicos de Chubut, José Lludgar.
Las petroleras sostienen que ese criterio equivale a convertir el esquema de revisión acordado el año pasado en una cláusula gatillo, como la que estuvo vigente hasta 2017. Mientras tanto, Shell subió el martes las naftas un 4,3% en promedio y se sumó así a los retoques efectuados por resto de las competidoras.
Los bancos también resisten la presión del sindicalista Sergio Palazzo para reinstalar ajustes automáticos mensuales por inflación.
El titular del Banco Nación, Javier González Fraga, lo sorprendió el viernes pasado con una advertencia: “La paritaria no puede tener un dos adelante”, le dijo en una reunión a solas en la sede de la entidad. Y completó la propuesta durante una audiencia posterior en Trabajo, con una rebaja de la escala inicial, la conversión en suma fija del plus por el Día del Bancario y la extensión de la jornada, junto con la quita del aporte solidario del 0,5%.
A su vez, las tensiones empezaron a trasladarse a la paritaria de los camioneros. El secretario adjunto del gremio, Pablo Moyano, adelantó el martes pasado durante el paro general que en 15 días se sentará a discutir la renovación del convenio que vence en julio con la cámara del transporte de carga (Fadeeac).
“Pedimos 45 a 50% de aumento, con corrección por inflación”, aseguraron a este medio en el entorno del camionero. La consultora Ecolatina espera una inflación anual no menor al 40%.
Las negociaciones salariales estarán cruzadas por otras cuestiones: el Ministerio de Seguridad encabezado por Patricia Bullrich presentó en las últimas horas una demanda penal contra Moyano y Palazzo para que paguen $23 millones. La denuncia alcanza a Hugo Yasky (CTA), Omar Plaini (Canillitas) y a quienes convocaron a la huelga general del martes pasado. Lejos de retroceder, los sindicalistas ya preparan nuevas medidas de fuerza.
La paradoja del “modelo Vidal”
Desde el punto de vista del Gobierno, la generalización de paritarias regidas por cláusula gatillo en frecuencias cada vez más cortas, hasta llegar a los ajustes mensuales, atenta contra una máxima del FMI: reducir la fijación de precios y salarios “hacia atrás”, es decir, teniendo en cuenta la inflación pasada.
Lo paradójico de la situación es que el disparador para las nuevas propuestas lo dio María Eugenia Vidal, al anunciar el acuerdo con los docentes. En esa ocasión, la gobernadora bonaerense dio un giro de 180 grados, al aceptar un esquema que había combatido tenazmente en sus primeros tres años de gestión.
Pasó de defender acuerdos salariales de 18 meses, con ajustes por inflación futura –siempre alineados a las metas del Banco Central- a aceptar la cláusula gatillo por inflación pasada cada tres meses, previo reconocimiento de lo perdido en 2018 (un 10%, más el pase de sumas fijas al básico).
Lejos de asumirlo como una contradicción, lo presentó como “una buena noticia” en un anuncio oficial. De hecho, en su equipo lo celebraron como un método “inteligente” para evitar huelgas durante las elecciones, en contraposición con los acuerdos semestrales que impulsaba hasta hace poco Sica.
Así como en otras épocas hubo referencias para el resto del mercado –el “techo Moyano” en el gobierno de Néstor Kirchner o el “techo Caló” durante el de Cristina Kirchner-, ahora el acuerdo con los docentes de Buenos Aires empieza a ser visto como un “piso” para el resto de la dirigencia sindical.
De hecho, se habla de un “modelo Vidal” para justificar las propuestas de estos días en las mesas de negociaciones.
Este antecedente mete más presión a la secretaría de Trabajo, en donde rechazan la cláusula gatillo y el ajuste mensual por inflación pasada. De todas formas, el ánimo reinante es el de atenuar en lo posible las señales de indexación, en un contexto en que el Gobierno se debate entre reactivar la economía y evitar una espiralización de la inflación.
Fuente: iProfesional