El 10 de junio de 1945 se oficializó en nuestro país, el cambio del tránsito de la mano izquierda a la derecha, optando por un estilo norteamericano en vez del inglés usado hasta ese momento. Pero este episodio pasó a ser anecdótico, ya que conmemorar el día de la Seguridad Vial se ha transformado, desde hace algunos años, en una oportunidad para reflexionar sobre qué clase de conductores o peatones somos.
En Argentina mueren anualmente alrededor de 7000 personas a causa de los siniestros viales. En los mal llamados accidentes de tránsito, una familia por hora pierde a un ser querido en las rutas, autopistas y calles del país. El término accidente es relacionado con el azar, con lo imprevisto, pero las estadísticas demuestran que no es otra cosa que la falta de responsabilidad al conducir la que genera la mayoría de los siniestros. El factor humano provoca el 95% de los accidentes viales.
Si se habla de seguridad vial necesariamente se deben tener en cuenta cuatro ejes que trabajan en simultáneo: la educación, la concientización, el control y la sanción.
Las señales de tránsito, el uso del cinturón, el no uso del celular al manejar son cuestiones que deben ser parte de la educación desde el ingreso a la escuela en nuestro país. Se trata de educar niños y adolescentes que funcionen como multiplicadores con sus familias, llevando a sus hogares los consejos sobre seguridad vial que reciben. Pensando además que serán los conductores en un futuro a mediano plazo.
La concientización, que se realiza con mayor énfasis en fechas como las del 10 de junio, contempla todo tipo de campañas en calles, medios de comunicación y redes sociales, con el objetivo de aconsejar, llamar a la reflexión, mostrar una radiografía de la realidad.
El 54% de los fallecidos durante el 2016 tenía menos de 35 años y es la primera causa de muerte en los adolescentes. Se necesita un verdadero conocimiento de lo que pasa para que se produzca el cambio cultural que se necesita.
El control se transforma así en una herramienta fundamental para revertir esta situación. El correcto estado de los vehículos, los operativos en rutas y el control por parte del Estado se transforman en mecanismos necesarios para un transito más seguro. No respetar las velocidades máximas permitidas conlleva en muchos casos a recibir una sanción que puede incluir la suspensión o quita de la licencia de conducir o una carga económica, sumado al riesgo de causar un siniestro vial.
Todas las acciones buscan bajar los índices de siniestralidad y generar un conductor responsable. La conducción es un fiel reflejo de la sociedad misma, en tanto que la manera en que los ciudadanos se comportan a la hora de circular por la vía pública es un tema netamente cultural.
A la seguridad vial la tenemos que seguir trabajando desde el lugar que nos toque. La responsabilidad es de todos y tenemos que ser conscientes de que cuando hablamos de seguridad vial hablamos de salvar vidas.
FUENTE: EL CRONISTA (BUENOS AIRES) – POR BERNARDINO GARCÍA Presidente de la Cámara de Empresas de Control y Administración de Infracciones de Tránsito de la República Argentina (Cecaitra)